Cuando el alma, recipiente de nuestros sentimientos, emociones, voluntad, pensamientos, se hincha, o se deprime, cuando se exaltan las emociones, cuando nuestros pensamientos están inquietos, no podemos oír en el espíritu, no podemos oír al Espíritu. 

Por eso, como seres espirituales que somos, no debemos proveer para el alma, alimentarla, vivir bajo su control, aunque por momentos parezca inevitable, siempre debe estar sujeta al espíritu. 

Considérense, despójense, vístanse, piensen, son imperativos 

En sus cartas, los apóstoles nos exhortan a considerarnos muertos al pecado, pero vivos para Dios, a despojarnos del viejo hombre, y ser revestidos del nuevo, a pensar en todo lo puro, amable… (Fil 4.8). Son acciones a llevar a cabo con la voluntad, cosa que la voluntad no haría por sí misma, no puede ni quiere. Debe recibir una orden para “actuar”.

¿Quién podría ordenarle esas cosas a la voluntad?

 ¡Nuestro espíritu regenerado! 

El mismo Jesús nos enseñó la actitud correcta hacia los sentimientos, pensamientos, emociones, en el momento más crítico, nos dio ejemplo de como lidiar con el alma:

Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.

Padre, glorifica tu nombre… Juan 12.27

Por eso Pablo en casi todos sus escritos nos dice:

Rom 6.11 NTV Así también ustedes deberían considerarse muertos al poder del pecado y vivos para Dios por medio de Cristo Jesús.

Vístanse o

Ef 4.24 NTV Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo.

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