“No puedo yo”. No parecen palabras de un dios. El hijo de Dios, por quien subsiste el universo, se limita a sí mismo en un acto de amor y completa dependencia de su Padre. Decide auto limitarse, no hacer nada por sí mismo. 

Decidió deliberadamente no actuar por sus propios sentimientos, ni emociones. Solo hacía lo que el Padre quería que haga. 

La principal ocupación de Jesús en su ministerio terrenal fue “oír” y “ver” lo que Dios hacía o quería que él haga. 

Pudo resucitar a Lázaro pero se abstuvo, se tuvo que contener para no resucitar a su padre terrenal José, o a su primo Juan el Bautista, a quien llamó el mayor de los profetas. 

No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre. Jn 5.30

Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. V. 19

Lo hizo primero, tomó su cruz cada día

Lo que les ordenó de sus discípulos lo hizo él primero. Negó su vida, su alma (psujé). 

Por una cuestión de traducción tendemos a confundir “vida biológica”, con la vida del alma en independencia de Dios. Para algunos, “tomar la cruz” o “perder la vida” (psujé) parece un llamado al suicidio. Nada más lejos del verdadero significado. 

En todos estos llamados del Señor a través de su Espíritu, a tomar la cruz, perder o aborrecer la vida, se refiere a la vida de independencia de Dios, a vivir y tener por centro a nuestro “yo”. Nuestra vida del alma cuando esta no está completamente sujeta al Espíritu. 

De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.

El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.

Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.

Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Jn 12.24-26

¿Ahora está turbada mi alma?

Aquí vemos en unos de los pasajes más hermosos de las escrituras, a Jesús mostrándonos su humanidad, revelando el estado de su alma, en ese momento, turbada. Sin embargo, no se queda en un pensamiento depresivo, sino que usa su voluntad para enfatizar, estoy turbado, triste pero tengo claro que para esto vine!

Elige el árbol correcto 

No el de la “independencia”, no el del conocimiento, no el de la ciencia, no el del bien y el mal. Elige el de “la dependencia” de Dios. El árbol de la vida. 

¿Independencia o dependencia?

¿Ciencia o dependencia?

¿Conocimiento o dependencia?

¿Averiguar si está bien o está mal, o dependencia?

Dependencia

En la “dependencia” de Dios, está la vida, la sanidad de las naciones. El verdadero alimento, que es Cristo mismo. 

Independencia

En la “ciencia”, el conocimiento del bien y el mal por opinión propia, hay satisfacción almática, hay orgullo, y finalmente, la muerte misma, ya que el hombre no puede mantener la vida independientemente de Dios, de su alimento que es Cristo, de su Espíritu. 

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